¿Cuántas noches y cuántos días?

Camino con constancia frente a un mar de dudas.
Jamás habría imaginado la importancia de aprender a nadar,
a pedalear sobre dos ruedas,
y a saltar las grietas del tiempo.

Manos que se levantan,
me invitan a despertar y avanzar.
El podio acoge la carrera de los deseos,
mientras la realidad asiste como espectadora.

Volteo y me asusta el peso de mi testigo.
¿Cuánta verdad yace en su boca?
Su sonido imponente y cegador me desnuda
y deja brillar mi vergüenza.

El frío de la soledad en que me encuentro
no se compara con el producto de mis reuniones:
la humillación por ignorancia,
ser la sombra de mi sombra.

¡Oh, terquedad!
Atolondrada facultad de pequeños,
chismosa y deplorable amiga,
mi contra, mi deshonra.

Como una fuente inagotable de mentiras,
ara la tierra de mi corazón,
lo modela a su gusto
y se siente bien.

¿Cuántas noches y cuantos días
ha sido mi inocencia parte de tu menú?
Mi arrogancia me ha cegado parcialmente,
junto a un orgullo seductor de corazones.

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            Awake my soul – Pawel Matys

Dos segundos

De vez en cuando decido caminar solitario, en esa ruta que me lleva hacia ningún lugar y que, a la larga, es hacia donde en realidad quiero ir. Solitario voy en mi ruta, mas solo no estoy del todo. Gente se cruza en mi camino y, a veces, intercambiamos un gesto, una palabra o, simplemente, una mirada.

Nunca había pensado en el significado intrínseco que posee cada intercambio que hago con todos aquellos que se cruzan conmigo de manera fugaz. Hasta ese día. Ese día en que, de todos los cruces fugaces que he tenido, tú, precisamente tú, quedaste marcada en mi alma como si fueras una profunda cicatriz sobre la piel.

No sabría explicar el porqué de nuestro breve encuentro, sin embargo, tu presencia durante ese momento, la forma en que cruzamos y sostuvimos nuestras miradas el uno sobre los ojos del otro, esa sonrisa que compartimos, todo eso en menos de dos segundos, fue lo más real que he podido sentir en mucho tiempo desde que comencé a caminar por esta ruta.

Tan real fue, que mi consciencia se derrumba en este mismo instante por no haber hecho nada más que ser cómplice de un momento tan fugaz. Se siente como si el mismo infierno me quemara en vida como castigo por mi inútil actuar. Ha sido luego de ese momento que muchísimas imágenes han venido a mi memoria, viejas y algo borrosas, y me recuerdan a ese yo que nunca intentó cruzar una puerta luego de que le mostraran que estaba abierta.

Me arrepiento. Me arrepiento por no haberme detenido aunque fuese una vez, por no sostener aún más la mirada, por no dirigir una palabra siquiera… en fin, por no haberlo intentado.

Te convertí en una oportunidad que se diluyó en un mar de muchas. Lo que antes han sido otros para mí, lo he sido yo para ti esta vez, es decir, un cruce, un momento fugaz.

Tus ojos, mis regalos. Fueron ellos quienes se abrieron para mostrarme todo tu interior. No necesité nada más que eso para hallarme en plena certidumbre y abrir mis puertas también. No es que no pueda hacerlo, es sólo que nunca imaginé que alguien pudiese desnudar mi alma tan fácil como apagar una vela con un aislado soplido.

Y tengo este remordimiento de sentir que tú viviste el mismo momento que yo. Que sabes que esto no fue un cruce normal, esporádico y sin sentido. No te conozco, pero aun así te sentí tan real como el suelo que pisaba mientras caminaba. Dos segundos fueron suficientes para conocernos y enamorarnos, para darnos cuenta de que todo lo que necesitábamos en ese momento éramos tú y yo. Nada más.

Si una nueva oportunidad apareciese frente a mí, créeme, haría de ese momento fugaz una historia inmortal. Por ahora, sólo puedo agradecerte por esos breves y eternos dos segundos… nuestros segundos… que fueron suficientes para entenderlo todo.

Des-encuentro - Fotografía propia.
Des-encuentro – Fotografía propia.

 

Este relato corto lo he publicado originalmente en mi segunda casa, el blog colectivo Salto al reverso, lo podrán encontrar directamente acá: Dos segundos.

 

Reflejo de tus ojos

Desde el ayer, el verde olivo de tus ojos
Espejos de tu alma, reflejos del pasado
Que vuelven, que miran y poseen las partes de mí que no existían
Y aunque las vi brillar a través del espejo, las desconocía
De la forma hiriente que perdería la pasión que dejó alguna vez
¿El final está cerca? Yo simplemente desvanezco
Y en la agonía tu mano me alcanza, mi milagro, mi esperanza
La paz que envuelve, que se entrega, virginal, inconsciente
Pura e inocente como la primera lágrima de otoño
Esa que te hace vibrar e identificar de dónde vienes y quién sos
¿Quién soy realmente? ¿Es posible saberlo?
Por eso me busco en tus ojos, aunque tu reflejo me duela.

Cadáver Exquisito 2

En la fotografía, de izquierda a derecha, los participantes en el cadáver exquisito «Reflejo de tus ojos»: